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Y vio Nuño que era bueno… ‖ Por: Benjamín M. Ramírez

by Alberto Gómez C.

La noche de Los Nahuales

 

Al principio del sexenio toda la educación era un caos y el espíritu de Nuño aleteaba sobre la presidencia.

 

Y dijo Nuño: propongamos una Reforma que imponga orden en el magisterio y prepare al país para el desarrollo a través de la educación. Llegaría el progreso, el avance, el ascenso… Y así fue. Se nombró a Emilio Chuayffet  Chemor como titular de la SEP para poner en jaque y sitiar a la maestra Elba Esther y su todopoderoso SNTE.

 

El día 27 de febrero de 2013, en el aeropuerto de Toluca, se produjo el gordillazo: se aprehendió a la maestra con cariño y se le mantuvo presa por más de un lustro. Fue el primer golpe en contra de los docentes sumisos de México. Y vio Nuño que era bueno. Así anocheció y amaneció el primer año y meses del sexenio.

 

Separó Nuño a los maestros; idóneos y no idóneos, excelentes, destacados, buenos, suficientes y no suficientes. Prolijo, se encaminó hacia la SEP. Como Secretario de Educación plantearía un nuevo orden y una política de reformas milagrosas.

 

Llamó a las inteligencias más deslumbrantes del país, propuso un organismo autónomo al que denominó INEE y una evaluación punitiva para fustigar a los maestros, dividirlos y someterlos. Bautizó  a su proyecto rumbo a la presidencia Reforma Educativa y relegó a sus contrincantes a las tinieblas. Anocheció y amaneció el segundo año del sexenio.

 

Y ya Nuño era un dios resplandeciente. Su candidatura estaba apuntalada y se perfilaba como el idóneo para ocupar la silla presidencial. La madre de todas las reformas fue aprobada. La educativa, para disminuir el presupuesto al rubro educación; y la laboral, para despedir a los maestros que no se ajustaran a los deseos del pequeño pero refulgente dios. Así anocheció y amaneció el tercer año del sexenio.

 

En sus hueros intentos por llevar a México por el camino del desarrollo y el progreso, desde su faceta de consejero al igual que Tlacaelel, —el poder detrás del trono— impulsó la reforma educativa que lo dirigió al trono de la SEP, siempre detrás del águila cinco estrellas.

 

Empezaba la evaluación docente para inspeccionar los desempeños en el aula, la permanencia y la idoneidad de los mismos. Fortaleció el Servicio Profesional Docente, SPD, y la ley general de educación. Los jilgueros del poder lanzaban trinos y loas al dios-Nuño. Vapuleaban a los maestros y los hacían pasar “De panzazo”.

 

Se gastaron miles de millones de pesos para fijar en la colectividad que la Reforma Educativa era buena para el país, se crearon las escuelas de tiempo completo, se estimuló el aprendizaje del inglés como segundo idioma, se fundó el programa “La escuela al centro”; se les incrementó a los maestros una carga laboral que superaba su capacidad de arrastre; más trabajo, mismo salario. Se les pagó a los líderes del SNTE y de otros sindicatos para que hablaran de lo milagroso que era la Reforma Educativa. En toda la publicidad institucional de la SEP aparecía como un milagro la imagen del dios transformado en Nuño Mayer, de tal manera que fuera fácil reconocerle cuando la efigie se incrustara en la propaganda del tricolor. Maestros fantasmas aparecían en la nómina del magisterio.

 

Muchos maestros se opusieron a la reforma educativa, a la evaluación, a la reforma laboral contenida en el artículo tercero de la Constitución. Los maestros que no se ajustaron a la evaluación fueron despedidos, muy pocos ascendidos y unos cuantos, muy pocos, estimulados.

 

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Se empoderó un nuevo modelo educativo, NME, se potencializaron las emociones, las tutorías académicas, se fortaleció un nuevo programa educativo en línea para que los maestros se mantuvieran ocupado las 24 horas del día y no tuvieran malos pensamientos que los llevaran a protestar.

 

Entonces dios-Nuño, en su trono de la SEP, como en Babel, empezó a distorsionar el lenguaje de tal manera que todos pudieran comprenderlo. Así empezó a decir “ler” en lugar de leer. Todo un show mediático montado exprofeso para apuntalar su candidatura rumbo a la presidencia.

 

El 20 de junio de 2016, en sus afanes por derribar a la recién aprobada Reforma Educativa, los maestros convertidos en demonios se rebelaron. El dios-Nuño bueno mandó a los querubines de las fuerzas del orden para reprimir a los maestros empleando al brazo poderoso de gobernación. El resultado fue de 9 muertos y un centenar de heridos.

 

Nuño-dios contó a los muertos y a los heridos, ordenó que no se les brindaran los primeros auxilios, cercó a la ciudad con ángeles que disparaban rayos de fuego, balas no convencionales  y la fuerza brutal que mantenía alejados a los profesores del lugar de la masacre. Volvió a contabilizar el número de muertos y expresó que era suficiente. Se explicó a sí mismo que para aplacar su ira necesitaba la sangre como en las guerras floridas. Bebió Nuño la sangre de los muertos y heridos y vio que era bueno. Así anocheció y amaneció el cuarto año del sexenio.

 

Pero el dios de mayor rango en el reino, EPN, —dios Huitzilopochtli— le dijo que renunciara como titular de la SEP. El 7 de diciembre de 2017 le aceptó la renuncia y habló maravillas del disminuido dios.  Huitzilopochtli, le deseó todos los éxitos, lo saludó y lo bendijo. Y vio Nuño que todo era bueno. Así anocheció y amaneció el año cinco del sexenio.

 

Como coordinador de campaña del otro dios —Meade— perdió no sólo la elección sino sus posibilidades para seguir resplandeciendo. Era poco probable que se repitieran las acciones registradas con el magnicidio de Luis Donaldo Colosio o que se aceptara la renuncia del vapuleado y disminuido dios Meade.

 

Huitzilopochtli, había pactado con el Tlatoani de Tabasco, AMLO, para no tener injerencia en la elección y no manejar el presupuesto ni los programas sociales del reino a favor del tricolor. Era el desmoronamiento de los tres colores. Anochecía y amanecía el sexto año del sexenio.

 

Y entonces Nuño descansó. Desapareció de la faz de la política.

 

Era el año uno-casa-morena, el primer año de un nuevo dios tropical que surgió después de 18 años de campaña.

 

Él traía una buena nueva. Una nueva reforma para transfigurar la educación en el baluarte de la 4T.

 

«— ¡Es un honor estar con Obrador! —Era el nuevo grito de guerra.

 

«— ¡Es un honor estar con Obrador! —Los maestros elevaban nuevas oraciones y sus plegarias al nuevo dios de la 4T, el dios Tropical.

 

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