Para una persona que sufre un infarto cerebral (embolia), el tiempo que transcurre entre la aparición de los primeros síntomas hasta el momento en que recibe el medicamento adecuado por parte de los servicios médicos es vital.
Desafortunadamente, el desconocimiento de la enfermedad puede provocar que el paciente sea atendido cuando ya es demasiado tarde y, en consecuencia, el daño neuronal es irreversible.
De acuerdo con el Dr. Daniel López Tapia, Presidente de la Sociedad Mexicana de Medicina de Emergencias, en México la Enfermedad Vascular Cerebral (EVC) constituye la cuarta causa de muerte y es la segunda causa de demencia en adultos solo después del Alzheimer.
Se trata, dijo, de un padecimiento neurológico que ha ido en aumento debido al envejecimiento de la población y a factores de riesgo como diabetes, tabaquismo, sobrepeso y obesidad, colesterol elevado e hipertensión arterial.
México tiene una incidencia de 230 casos por cada 100 mil habitantes “En nuestro país esta enfermedad precisa de un tratamiento proporcionado por equipos de atención especializada en el área de Urgencias de hospitales públicos y privados”.
“Los infartos cerebrales se asocian con secuelas graves y permanentes, pues afectan el movimiento (parálisis), la memoria, la comunicación, las emociones y la calidad de vida de quienes los sufren. Aproximadamente, la mitad de quienes sobreviven a esta condición quedan con un mayor o menor grado de incapacidad funcional y un tercio de ellos precisa ayuda de cuidadores para realizar sus actividades básicas, lo que genera a la familia gastos superiores a los 630 mil pesos anuales, apuntó el también médico urgenciólogo a propósito del Día Mundial de la Enfermedad Vascular Cerebral que se conmemora el próximo 29 de octubre.
Explicó que un evento cerebrovascular puede ser isquémico (agudo o transitorio) si se produce por el bloqueo de una arteria del flujo que lleva sangre al cerebro debido a un trombo o coágulo; o bien, hemorrágico, cuando se rompe un vaso sanguíneo. “Aunque ambos son una emergencia médica, el 80% de los casos son por infarto cerebral isquémico cuyos síntomas se pueden resolver con mejor pronóstico de recuperación, mientras que el hemorrágico requiere de complicadas intervenciones quirúrgicas y la rehabilitación es más lenta e impredecible”.
Indicó que si bien se tiene una ventana de aproximadamente 4 horas y media desde que ocurre un evento de este tipo hasta que se llega a los servicios de urgencias, es fundamental acortar aún más el tiempo de espera en recibir atención neurológica, pues de esta manera habrá mayor posibilidad de deshacer el trombo y restablecer la circulación de la arteria ocluida con el activador tisular del plasminógeno (rt-PA) alteplasa, la única terapia farmacológica indicada para el tratamiento inmediato del Evento Vascular Cerebral isquémico agudo en el mundo. “Lamentablemente, la gran mayoría de pacientes llegan al hospital fuera de la ventana de tiempo, lo que aumenta las complicaciones, la discapacidad y los costos económicos”.
En ese sentido, el Dr. Daniel López Tapia hizo hincapié en que el infarto cerebral isquémico agudo debe ser considerado como un problema de salud de orden prioritario, y que es esencial continuar fomentando políticas públicas que permitan la optimización de la infraestructura hospitalaria, la capacitación del equipo médico involucrado tanto para el diagnóstico como para el tratamiento y, sobre todo, mayor acceso a la terapia de reperfusión.
Consideró que además de realizar campañas informativas de alta recordación que permitan identificar los signos y síntomas de un infarto cerebral para actuar de manera rápida llamado a una ambulancia o trasladando al afectado a una institución con protocolos de atención para EVC, este tipo de estrategias también deben estar ligadas en todo el país al número único de emergencias 9-1-1 con operadores capacitados que puedan dar seguimiento indicando, incluso, a qué hospital con tomógrafo en funcionamiento, equipo multidisciplinario para atender la emergencia y el medicamento trombolítico alteplasa debe acudir el paciente.
Asimismo, comentó que la EVC es una alteración neurológica que puede aparecer de forma repentina, con o sin dolor y que, en su experiencia, se manifiesta mediante tres principales síntomas y por los cuales se tiene que acudir de inmediato a un hospital: Cara (debilidad en la mitad del rostro), Mano (pérdida de la capacidad para levantar el brazo o la mano) y Lenguaje (imposibilidad de pronunciar palabras).
Finalmente, el experto recordó que un infarto cerebral es más común a partir de la cuarta década de la vida y su frecuencia se incrementa significativamente después de los 60 años de edad, por lo que este 29 de octubre, fecha en que se conmemora el Día Mundial del EVC, hace un llamado al gobierno, comunidad médica, industria farmacéutica y sociedad civil para no sólo crear un Código Cerebro que posibilite la detección oportuna, sino también para que se diseñen políticas públicas que permeen en su adecuado manejo.
“Urge la activa participación de sociedades científicas e instituciones académicas para generar propuestas, dirección y coordinación de los esfuerzos colectivos entre el estado y todos los actores clave, a fin de mejorar la calidad de la atención médica, además de que la población esté informada sobre el impacto de la EVC con el propósito de disminuir la mortalidad asociada, las secuelas que originan y las afectaciones en la calidad de vida”, concluyó el Dr. Daniel López Tapia, Presidente de la Sociedad Mexicana de Medicina de Emergencias.