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LA JUSTICIA, UNA QUIMERA…|| LA NOCHE DE LOS NAHUALES

Desde diciembre pasado las constantes escaramuzas de los grupos criminales flagelan con rigor y sin tregua a comunidades

by Benjamín M. Ramírez

Dos muertes han movido mi estado de ánimo en los últimos días, ante la impunidad como el rostro visible de la injusticia que a afecta a todos por igual, mientras los integrantes del poder judicial luchan con ahínco para conservar sus privilegios.

 

La primera de estas muertes es la del padre Marcelo Pérez quien desarrollaba su ministerio pastoral en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, enclave del estado de Chiapas que ha sido azotado y asolado por la presencia del crimen organizado que, en sus innumerables incursiones, arrasa con comunidades enteras, desaparecidas o víctimas de las constantes confrontaciones por el control de la entidad. Ni el gobierno federal ni el estatal han respondido a las exigencias de pacificación y de seguridad externadas por la sociedad entera en incontables ocasiones.

 

Desde diciembre pasado las constantes escaramuzas de los grupos criminales flagelan con rigor y sin tregua a comunidades enteras despojando a incontables familias de sus propiedades, ranchos o ganados, con la muerte de por medio si se niegan a abandonar sus posesiones o propiedades. Los innumerables bloqueos carreteros y las refriegas han sido una constante en el gobierno de Rutilio Escandón que se resguarda detrás de su equipo de seguridad y expresa, en raras ocasiones, una tímida declaración de que en Chiapas no pasa nada.

 

En algún momento pregunté por la situación de seguridad y la persona en cuestión apenas pudo articular una palabra o respuesta coherente. Su rostro reflejaba el miedo inminente por decir de más. En una reciente visita a la entidad el taxista que me llevó del aeropuerto a la terminal de autobuses me recomendó no viajar por las carreteras de la entidad. Es muy peligroso, la situación está fuera de control, mucha violencia en el camino, bloqueos y asaltos. Incluso la central de autobuses en Tuxtla ha suspendido los viajes, «— me aseguró.

 

Estaba arrepentido por no haber rentado un vehículo, pero me consoló la idea de viajar en el autobús y correr la suerte que me tocará en caso de que se presentará alguna de las situaciones que prevalece en el estado. Afortunadamente el viaje transcurrió en calma aún con la tensión y preocupación en el rostro de los viajeros.

 

En la más reciente visita a Chiapas algunos visitantes me preguntaron por la situación de la violencia difundida en los medios electrónicos y redes sociales, no atiné a dar un panorama objetivo del contexto de la región en virtud de que también arribaba como visitante, cualquiera en el camino nos orientaba no viajar a San Cristóbal por los recientes enfrentamientos de los grupos que se disputan la zona.

 

«— Es mejor no viajar y si lo hacen no salgan de noche, «— aseguraron.

 

Recorrí algunos sitios emblemáticos que no había recorrido por razones de agenda experimentando y disfrutando las bellezas naturales de la entidad que son opacadas por las continuas luchas de poder de los grupos que se disputan el control de la entidad.

 

Desde que ocurrió el asesinato del Padre Marcelo Pérez, quien ha sido identificado como un auténtico luchador social a favor de los más pobres, la justicia y la paz, supuse que se soltaría una ola de declaraciones a raíz de la muerte del presbítero. La declaración de la cúpula eclesial ha sido mínima. Sólo monseñor Arizmendi y el actual obispo de San Cristóbal de las Casas, han emitido algún pronunciamiento a raíz de la muerte del presbítero.

 

El asesinato, condenable en sí mismo, ha sido manchado por la desafortunada declaración de la diputada morenista Patricia Armendáriz que en su red social X acusó al sacerdote de tener vínculos con el crimen organizado. La publicación fue borrada después de la ola de comentarios en contra por manchar la memoria del sacerdote: “Me atrevo a pensar que el crimen organizado ha rozado a la Iglesia. El sacerdote asesinado, a decir de muchos, tenía bienes que no vienen de la limosna. Menos de una comunidad tan pobre”, acusó la legisladora.

 

Después de borrar la publicación a raíz de las críticas recibidas por revictimizar al sacerdote, redactó otra publicación donde se disculpó intentando explicar que con su afirmación buscaba arrojar luz sobre el asesinato. Afortunadamente, al parecer, ya ha sido capturado el autor material del homicidio. Espero que no se trate de un chivo expiatorio.

 

Sin embargo, pese a la captura del homicida, lo cierto es que la entidad se encuentra entre las ráfagas de las armas de fuego y la inacción de las autoridades que deben cumplir con su deber de pacificación y de brindar seguridad, según el mandato constitucional.

 

En esta entidad, y en otros tantos lugares del país, donde la violencia cobra sus cuotas de sangre, la justicia es torpe en su caminar por los caminos sinuosos que han construido los que detenta en sus manos su ejecución.

 

Queda de este modo la obra “Sueños y discursos” de Francisco de Quevedo:

[..] preguntaban todos quién era, y ella, que no sabe mentir, decía que la Justicia; le respondían todos: «— ¿Justicia y por mi casa? Vaya por otra. Y así no estuvo en ninguna. Se subió al cielo y apenas dejó acá pisadas.

 

La otra muerte que me ha dejado perplejo es la del sacerdote Gustavo Gutiérrez quien ha sido considerado como el padre de la teología de la liberación y que demostró su amor a la iglesia y a los pobres. Él afirmaba que “ser cristiano es ser testigo de la resurrección de Jesús, y significa también superar la pobreza, que es muerte, algo inhumano, contrario a la voluntad de Dios. Si la pobreza es contraria a la voluntad de Dios, luchar contra la pobreza es una forma de decirle sí al reino de Dios”.

 

Sin duda, de los apuntes de Gustavo Gutiérrez muchos cristianos se alimentaron y abrevaron, sus escritos estaban enraizados en el propio evangelio y que muchos consideraron como revolucionarios, por supuesto que lo eran. El evangelio mismo es revolucionario. De aquí nace una nueva forma de apostolado que es la de predicar a un Cristo que sufre con el pueblo, principalmente aquellos que estaban bajo las dictaduras que azotaron a los pueblos latinoamericanos, principalmente el Salvador, Nicaragua y Guatemala.

 

El ala conservadora a ultranza de la derecha eclesial condenó los escritos de la denominada teología de la liberación y castigaron a más de uno al claustro y a una vida de oración y penitencia, como si se estuviera en la Edad Media.

 

La herencia y dirección espiritual del padre Gutiérrez apenas es la simiente del verdadero compromiso cristiano que exige una vida de testimonio, de entrega y de martirio, no las nimiedades evangélicas y los lujos de quienes se hacen ricos a causa de la fe.

 

«— Cristo, Cristo, Jesús, solidarízate con nosotros…

 

Cristo, Cristo, Jesús

identifícate con nosotros

Señor, Señor, mi Dios

identifícate con nosotros

Cristo, Cristo, Jesús

solidarízate,

no con la clase opresora

que exprime y devora a la comunidad

sino con el oprimido

con el pueblo mío sediento de paz.

 

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