Por Ámbar Itzel Paz Escalante
El 12 de diciembre marca la celebración de la Virgen de Guadalupe, una figura que va más allá de lo espiritual, convirtiéndose en un lazo profundo con la mexicanidad que resuena tanto en el interior como más allá de nuestras fronteras. Su importancia se magnifica en la amplia comunidad de connacionales migrantes, donde la devoción actúa como un vínculo palpable para aquellos que la llevan como símbolo de orgullo, cultura y raíces mexicanas. La presencia de la Virgen de Guadalupe se manifiesta de diversas formas, desde estampitas y tatuajes hasta camisetas, banderas de México e imágenes de todos los tamaños, ofreciendo acompañamiento, protección e identidad a numerosos compatriotas que residen en Estados Unidos.
Para ahondar sobre esta devoción, quisiera destacar dos casos que ilustran la conexión profunda que existe entre la Virgen de Guadalupe y los inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos. El primer caso se da en Clearwater, Florida, ciudad que fue testigo de la aparición de la Virgen de Guadalupe en diciembre de 1996, cuando su figura se dibujó en los cristales de un edificio de oficinas de dos pisos de altura. El asombro y la devoción llevó a los creyentes a congregarse en ese lugar porque lo consideraron un milagro, y desde entonces es un espacio de culto religioso que a la vez muestra la unidad y presencia de buena parte de la comunidad mexicana en Florida.
Habría que mencionar que esa imagen de la Virgen de Clearwater ha sorteado dos atentados, el primero con ácido en 1997 y el segundo con piedras en 2001, mismo que logró causarle daños en parte del rostro y la cabeza. Los atentados, lejos de desalentar a la comunidad religiosa, fortalecieron a los creyentes, quienes la ven como un símbolo de resistencia frente al racismo y a la adversidad. Asimismo, la iglesia católica adquirió el edificio para convertirlo en un espacio de culto y celebración donde cada 12 de diciembre la comunidad latina se reúne para celebrarla, mostrando que a pesar de las adversidades es notable la resistencia y fuerza de la comunidad inmigrante en Estados Unidos.
Ahora bien, el segundo caso sucede en la ciudad de Chicago en el estado de Illinois, donde surgió la figura de la “Virgen Migrante” como un símbolo que acompaña a las personas a manifestarse en las marchas a favor de los derechos de las y los migrantes. La Virgen de Guadalupe, vista como protectora de los desamparados, encarna la búsqueda de reconocimiento y justicia para aquellos que, debido a la falta de permisos de trabajo, viven en las sombras de un estatus migratorio irregular. Esta representación no solo es un ícono religioso, sino también un símbolo de la lucha por los derechos de los más de 11 millones de mexicanos indocumentados en los Estados Unidos. En este sentido la “Virgen Migrante” no solo representa la fe, sino también la esperanza y la lucha por la justicia en un contexto donde la regularización migratoria se ha convertido en un clamor urgente.
Para finalizar, es pertinente apuntar que la conexión que existe entre los paisanos migrantes en Estados Unidos con la Virgen de Guadalupe se manifiesta de manera constante, desde Clearwater, Florida, hasta las calles de Chicago en Illinois, donde ya sea a través de imágenes, festividades, o llamados a manifestarse, forma parte de sus dinámicas sociales cotidianas. Estos casos resaltan cómo la figura de la Virgen de Guadalupe trasciende lo espiritual para convertirse en un lazo cultural que une a los mexicanos migrantes en sus lugares de destino migratorio y que además es vista como un símbolo de resiliencia y esperanza, dando consuelo y fortaleza a aquellos que buscan una vida mejor, lejos de su tierra y de sus familias, más allá de la frontera.