Por Alberto Gómez Contreras
Tijuana 18 de febrero de 2022.- Es bajita de estatura, los hilos de plata se mezclan con su cabello negro; trata de sonreír, pero se le nota la dificultad hasta para hablar; en su hombro derecho carga un trapo blanco que envuelve una botella de plástico con agua caliente.
Se llama Catalina Madrigal, renta un par de cuartos en el segundo nivel de una casa ubicada en la colonia Cuauhtémoc, en Sánchez Taboada. Hace mucho que no sale a la calle, los dolores no le permiten darse ese lujo.
Las lágrimas brotan y la voz se adelgaza mientras deja ver un poco el sufrimiento que la envuelve, “Pues mi familia está bien rota del corazón, me siento bien rota debido a que no puedo hacer nada, día y noche el dolor no me deja dormir”.
Las paredes de su vivienda son azul cielo, el refrigerador y la mesa están adornados por flores de colores y muñecas de hoja de elote, como la que se usa para hacer tamales; son manualidades que aprendió a hacer para vender al público, pero las fuerzas de sus brazos y manos se le acabaron y quedaron como muestra de que querer no siempre es poder.
Doña Catalina tiene cervicalgia intensa y radiculopatía, ambos padecimientos le ocasionan dolores intensos y pérdida de movilidad al grado de la discapacidad; lleva años de un sufrimiento que cada día es más intenso.
Sentada en su pequeña cocina, la que mantiene limpia y reluciente como el trono de una reina, un castillo donde hay de todo, menos alimentos, platica su miedo a que se le acabe la mina de gas y no tenga en donde calentar su botella de agua dos veces cada hora; es su calmante para ese dolor que la parte en dos, ese que ya ni los medicamentos quitan, “Me inyecto, pero no me gusta inyectarme seguido, no me sirve, ayer me inyecté, no aguante, pero no me sirvió y seguí igual”.
Esta mujer requiere una intervención quirúrgica que, tiene un costo de $200,000.00 pesos en una clínica particular; por su condición de extrema pobreza, y su dificultad para moverse, es casi imposible que pueda reunir ese dinero, “Yo le pido al público, quiero decirle que mi intención no es nada más poner las manos, me he esmerado por trabajar, pero con este problema ya no puedo hacer nada”.
La enfermedad y el paso de los años han minado la calidad de vida de esta mujer empeñada en seguir adelante, con tantas ganas de vivir, pero con tan pocas oportunidades; sin la atención médica que requiere, su futuro es desalentador; solo con ayuda, doña catalina podría dejar en el pasado los dolores que la atormentan y tal vez vuelva a sonreír…
Teléfono para ayuda: 664 577 55 24
