Políticos vs Militares
Martes 6 de octubre de 2020. El comentario positivo de esta entrega lo dedico a mi padre, quien, como dice la canción, gracias a la vida ha llegado a 51 primaveras. Joven, disciplinado, entregado a su familia; gran esposo, excelente padre y noble hijo. ¡Feliz cumpleaños papá!
Ya en los escabrosos terrenos de la política, hay nuevo delegado nacional del PRI en el estado. Eduardo Bernal, además de conocer bien estas latitudes cuenta con una amplia carrera política, es el representante de Alito, líder nacional del Revolucionario. Le espera mucho trabajo al enviado del CEN, sin embargo, se le vio muy activo recorriendo todos los municipios junto a Carlos Jiménez, dirigente estatal de dicho instituto político.
El último presidente militar fue Manuel Ávila Camacho en 1940. Aunque, cabe mencionar que hubo un intento fallido para que el general Alfonso Coronal del Rosal fuera el sucesor de Gustavo Díaz Ordaz; sin embargo, apechugó cuando se inclinaron por Echeverría. Y es que, para el personal castrense, sólo existe un superior jerárquico, un jefe, una sola línea de mando por obedecer. Para los generales, el secretario de la Defensa Nacional, y para éste, el Comandante Supremo, es decir, el presidente de México.
Esta cadena ha existido desde la antigüedad hasta la época moderna, pero en fechas recientes se ha presentado una “confusión” por parte de algunos gobernantes, quienes, por ignorancia o soberbia, consideran que pueden ordenarle a un general.
Dado lo anterior, en diferentes regiones militares se han dado cambios de titular, tal parece que prefieren solicitar su reasignación que seguir tolerando las presiones mediáticas. Por respeto a su investidura militar, prefieren ignorar que enfrentar, pues para ellos el silencio es un arma muy efectiva contra la irreverencia, muestra de su decoro, disciplina y sensatez.
“No es que no sepamos obedecer, sino que sabemos a quién obedecer”, comentó un militar de rango acerca de las fricciones que se han tenido que padecer en gran parte del país, durante los últimos meses.
En el caso de Baja California, lo castrenses tienen claro que deben de seguir realizando sus labores y que no se prestarán a suplir la ineptitud del Gobierno del Estado y de la Fiscalía, en el tema de seguridad. Lo dejaron muy claro: “podemos apoyar, pero no vamos a hacer el trabajo que no han querido hacer en la entidad”.
Hablando de personajes fuera de lugar, sigo sin encontrar un adjetivo que califique el nivel de servilismo con el que actuaron casi todos los regidores durante el primer informe de Arturo González. Del alcalde de Tijuana no se esperaba menos que un “destape” a costa del erario municipal, pues atiborraron las redes sociales, portales de internet, espectaculares y un largo “etc.” con el nombre del edil. Se les olvidó que dicho informe es un deber y no un lujo; su finalidad es dar cuenta del trabajo gubernamental a la población, no hacer una fiesta con nuestro dinero.
Sin embargo, hubo quien de plano se tiró al suelo, no de un desmayo sino como tapete. A la dos veces regidora, con dos militancias a cuesta y una supuesta “independencia” partidista, le ganaron sus aspiraciones por ser diputada local, pues rindió pleitesía hasta al presidente “legítimo” de MORENA en Baja California y, con su con su acostumbrado y excesivo protagonismo, señaló sin reserva a los gobiernos del partido del que ella surgió y hasta defendió en su momento.
Post Scriptum. “Pena ajena” (con los aduladores, digo, regidores de Tijuana).
* El autor es catedrático, escritor y cuenta con estudios de Doctorado en Derecho Electoral.
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