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A NOCHE DE LOS NAHUALES || Benjamín M. Ramírez

by Redacción Pulso Ciudadano

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LOS FEMINICIDIOS EN EL EDOMEX: ASUNTO DE SEGURIDAD NACIONAL O “¡AGARRENSE HIJOS DE LA CHINGADA!”

«— No, señor. No la hemos encontrado. Ya han sido varios días desde su desaparición…

«— Tememos lo peor. Me alegraría al menos poder encontrarla y darle sepultura…

«— Y usted: ¿No tiene miedo que le suceda algo igual?

Es el monólogo de la desesperanza, del hastío, del hartazgo generado por la connivencia, del sufrimiento inhumano que padres de familia, hermanos y vecinos susurran cada vez que alguien no llega a casa.

Es la pasividad de un Estado indiferente que dirige la mirada para otro lado, incapaz de hacer frente a un problema que afecta a todos por igual.

Es la complicidad de las autoridades de seguridad pública que lejos de combatir los delitos lo dejan pasar, los dejan hacer, tal como lo afirma la máxima francesa: “Laissez faire, laissez passer”.

Es la inoperancia de una sociedad desorganizada ante la eficacia probada de los grupos de la delincuencia organizada que saben aprovechar el miedo, la desidia y la apatía del zoon politikon aristotélico para cometer todas las atrocidades en contra de las mujeres víctimas de feminicidios.

La mayoría de las personas que he conocido tienen como miembros de sus familias —en un número mayor— a hermanas, hijas, sobrinas, primas. Un colectivo femenino que siempre es presa codiciada para los grupos delincuenciales; amén de la permisividad de las autoridades de gobierno, en sus distintos niveles, que lejos de combatir esta transgresión que lesiona al activo con mayor valor en una sociedad —sus mujeres—, se presta al encubrimiento por favorecimiento en la proliferación en los casos de feminicidios.

Es en el EDOMEX, Guanajuato y otras entidades donde el delito lesivo hacia las mujeres se presenta en un número cada vez más creciente: niñas, jóvenes y amas de casa han visto la vida truncada por sujetos que sin miramientos de índole ético, moral, legal o divino ejecutan en la humanidad indefensa de sus víctimas daños irreversibles para culminar con el artero asesinato y proceder, posterior al crimen, a abandonar los cuerpos en parajes despoblados.

Es el comportamiento en el iter criminis y tal parece que nadie quiere interrumpirlo, coartarlo o combatirlo.

Ha sido, hasta estos momentos, la pasividad de Alfredo del Mazo Maza que no ve, no quiere ver o no le importan los delitos de feminicidios registrados en su entidad. En los municipios como Ecatepec, Tlalnepantla, Nezahualcóyotl, Valle de Chalco, entre otros, en donde se registran un mayor número en el índice, siempre en incremento, de este delito.

¿Qué pensará del Mazo Maza al revisar los casos de feminicidios cada vez que recibe el parte informativo? ¿Expresará alguna emoción?

Contra las mujeres, adolescentes y niñas, no se vale…

Acotará el EDOMEX y la casta de gobernantes latifundistas inútiles, ante este delito en contra de las mujeres “per se”, al afirmar que “no podemos cuidar de todas”, “somos incapaces de dotar de un policía a cada mujer para que las vigile […]”. Tal argumento no es válido de forma lógica y ni por sentido común.

El problema subyace en el estado de derecho. Garantizar este fin por sí mismo ya es un gran avance. Hacerle saber al que delinque que sus acciones no quedarán impunes, que se le castigará y con rigor. Ni siquiera es el miedo lo que hace que el delincuente se detenga, es el saber que sus acciones serán perseguidas, se le buscará, se le juzgará y será sometido a un riguroso juicio en el que prevalecerá la ley, la justicia y el derecho.

Lo anterior parece ser un sueño guajiro. Si nos concretamos en que la historia nos habla de décadas de impunidad, de permisividad, de laxitud en los fondos legaloides, de un aparato de justicia que se preocupa más por sus onerosas remuneraciones que en asentar las bases de una justicia que, sin miramientos de ningún tipo, persigue al que se atreve a desafiarlo.

Jueces, abogados y delincuentes conforman el triángulo sagrado de lo intocable, el mismísima triduo sacro que han permeado el sabor acre y nauseabundo de la impunidad, de la opacidad y de la anomia en un Estado que se encuentra rebasado en sus comienzos.

Contra las mujeres, adolescentes y niñas, no se vale…

Echando un vistazo en otra dirección sabremos que existen poblaciones enteras con un solo policía. No es una mayor cantidad de efectivos en el combate a los diversos delitos perpetrados lo que te permite ganar una guerra que a simple vista parece perdida. Es la inteligencia y un gobierno decidido a todo, intrépido y denodado, el único capaz de garantizar el vivir seguros.

Es una sociedad viva la que reclama que deben ser los delincuentes los que deben tener miedo y no al revés. Es el malhechor el que debe vivir tras las rejas y no familias enteras. Son los niños los que deben disfrutar de los espacios públicos y no los aprendices del delito quienes se ostenten como dueños de parques y jardines.

Debo tener esperanza de que los míos, los tuyos o los nuestros, estén bien.

Para concluir quiero externar mi preocupación por la expresión del recién liberado Padrés. ¿Contra quién irá la amenaza manifestada al salir de la prisión? ¿Irá por la revancha contra sus correligionarios? ¿Contra el gobierno en turno? Así que “Agárrense hijos de la chingada”.

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