¿GANAMOS? O LA DEPRESIÓN POST-ELECTORAL
Aquí o en cualquier lugar. Antes, ahora o después siempre habrá algo que deja una honda insatisfacción en el individuo frente a las decisiones tomadas, en ese marasmo de emociones que nunca encontrarán una respuesta a las inquietudes que las desencadenaron o le dieron forma. Y en este proceso de aceptación llega el complejo de culpa que, a la sazón, buscará a quién responsabilizar por las consecuencias de las elecciones erróneas.
Lo expresado en el párrafo anterior se fundamenta en el proceso post-electoral, en el triunfo de unos y en la derrota de otros, en el recuento de votos, que propicia la ventaja irrefutable del vencedor y el arrinconamiento del perdedor. Un voto puede hacer la diferencia. A eso le apostaron los distintos institutos políticos para tratar de acortar la brecha o el distanciamiento en el resultado del 6 de junio pasado y que podrá incidir en el proceso final de la elección, en las impugnaciones ante el Tribunal Federal Electoral o en el estado emocional de los adeptos.
¿Quién gana? ¿Quién pierde? ¿Qué ganas? ¿Qué pierdes?
Quienes han recibido su constancia que los acredita como vencedores en las elecciones de la jornada electoral pueden saborear la miel del triunfo y ostentar la legalidad de su puesto de elección popular. Son contados los que han dado las gracias a quienes confiaron en sus promesas de campaña, en el liderazgo que los acredita o por la posición en la que el partido los colocó para asegurar el triunfo. Algunos fueron por la reelección y triunfaron; otros, se quedaron en el camino. Incapaces de hacer creer a la ciudadanía que en esta ocasión sí cumplirían.
Casi ningún candidato después del triunfo vuelve con sus electores que para eso están las oficinas de enlace legislativo, evitan empolvarse o darse baño de pueblo porque ya no es necesario ni urgente, ya llegará la ocasión en una nueva jornada electoral en la búsqueda de un nuevo puesto de elección popular.
Muy pocos ofrecimientos se cumplirán. Algunas promesas guardarán el juicio de los justos; otras evitarán ser mencionadas como si fuesen anatema; el pueblo esperará a que, en algún momento, como por arte de magia, el antes candidato convertido en funcionario de elección popular, cumpla lo que, en arengas, prometió en campaña.
Pese a lo presentado por la oposición como la derrota al partido del Presidente Andrés Manuel López Obrador, lo cierto es que MORENA se queda con la mayoría de las gubernaturas en pugna, la mayoría relativa en la Cámara de Diputados, la mayoría de los congresos locales, y estará gobernando en 19 estados de la República.
Frente a los resultados en uno y otro bando será necesaria una profunda reflexión y limpieza al interior de cada instituto político, principalmente en las filas de MORENA.
El descontento de las bases al no ser considerada para la postulación de los liderazgos auténticos significó también el desencanto de los electores quienes estuvieron en la libertad de votar por el candidato que consideraron idóneo. Las imposiciones se convirtieron en derrota.
Habrá que revisar la actuación y permanencia de la actual dirigencia de Mario Delgado, independientemente de las cifras y de las victorias obtenidas, puesto que las modificaciones sustanciales a la Constitución dependerán del coqueteo, del enamoramiento y disposición que tengan otros legisladores de la oposición.
Quizá esté pensando más en la mancha en la pared, en los errores, pero es necesario afianzar el rumbo de la República con la decisión de las bases.
De algo estoy seguro y de ahí la depresión post-electoral.
Nada cambiará. Los ciudadanos seguirán padeciendo la ola de inseguridad, la falta de servicios públicos y de salud de primer nivel, el desempleo, el encarecimiento de la canasta básica, la falta de oportunidades de desarrollo y la corrupción a menos que el electorado deje a un lado su apatía y desinterés para exigir a sus autoridades y representantes el cumplimiento cabal de cada una de las promesas emitidas en campaña.
Concluyo: desde esta tribuna también exijo el esclarecimiento de la muerte de la doctora Beatriz Hernández Ruiz, egresada del IPN. Es muy raro que los médicos deseen quitarse la vida colgándose cuando los galenos son inducidos desde el inicio de su carrera para preservar la vida.
Ojalá y los estudiantes y egresados del Instituto Politécnico Nacional tengan los arrojos para exigir el esclarecimiento de los hechos en las que perdiera la vida la doctora Beatriz Hernández Ruiz.
“Hacemos un llamado enérgico y urgente a las autoridades competentes de procuración y administración de justicia para que las investigaciones, diligencias y debido proceso se hagan con estricto apego a la ley, aplicando los protocolos correspondientes sobre perspectiva de género y feminicidio, evitando la impunidad y sancionando a los responsables por los delitos que por acción u omisión hayan cometido” demandaron en el municipio de Progreso de Obregón, Hidalgo.