El gobernador Jaime Bonilla Valdez se ha distinguido por acusar, criticar y juzgar a sus adversarios políticos, sean empresarios, políticos de otros partidos o de MORENA, funcionarios del gabinete de López Obrador, periodistas y otros.
Le gusta la batalla, la confrontación política mediática, no se raja. Pega, le responden y vuelve a pegar. A muchos —sus seguidores— les gusta, a otros no.
Este plan veremos si le funciona con la población bajacaliforniana, para sus intereses políticos y de su grupo, de cara a las elecciones del 2021.
Podemos decir que el gobernador Jaime Bonilla creó su propio laberinto y busca salir bien en cada encrucijada.
Encrucijada uno: su pleito con la dirigencia nacional de MORENA y con los morenistas de Baja California encabezados por Ismael Burgueño.
El CEN de MORENA avala a Burgueño Ruiz, no al dirigente David Castro, designado por los 46 consejeros estatales llevados de la mano de Bonilla.
Esa encrucijada es por apoderarse de MORENA Baja California y las candidaturas del 2021.
Encrucijada dos: Aunque es una medida que AJEDREZ POLÍTICO ha aplaudido porque obligó a empresarios que no pagaban agua, que debían y deben millones de pesos, a hacerlo, algunos han demandado a la CESPT para le regresen lo que pagaron.
Si logra que los juzgados no sentencie a favor de los demandantes será un triunfo de Bonilla, pero si es lo contrario, podría ocasionar la quiebra de las Comisiones de Servicios Públicos de la entidad, sobre todo de Tijuana.
Encrucijada tres: A pesar de su amistad con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el gobernador Jaime Bonilla no tiene buena relación con el gabinete federal.
Ejemplo, el consejero jurídico de la presidencia de la República, Julio Sherer no lo puede ver ni en pintura; con el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard tampoco tiene buena relación.
La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, lo respeta pero no hay buena relación.
Encrucijada cuatro: las acusaciones de corrupción en contra del ex gobernador José Guadalupe Osuna Millán le ha ocasionado que el panista lo haya denunciado por daño moral y abuso de autoridad.
Encrucijada cinco: su confrontación con la alcaldesa de Tecate, Zulema Adams, que generó controversia, unos a favor y otros en contra.
Encrucijada seis: el conflicto público con el alcalde de Tijuana no cesa, y Arturo González le ha demostrado que no se va a dejar y va a seguir respondiendo.
En esta encrucijada el cierre de los consultorios de Servicios Médicos Municipal de Tijuana puede generar descontento de funcionarios y sus familiares hacia el gobierno de Jaime Bonilla.
Encrucijada siete: en ocasiones se da el conflicto con periodistas y los señala en sus transmisiones, obteniendo respuesta de sus medios (periódicos).
Encrucijada ocho: prometió meter a la cárcel al ex gobernador Francisco Vega de Lamadrid y no se ve por dónde, un compromiso de campaña que lo dejará mal parado ante los bajacalifornianos si no cumple.
Y si lo hace, habrá dado un golpe político y judicial trascendental en Baja California que le generará reconocimiento de la población.
Encrucijada nueve: prometió disminuir los índices de violencia en Baja California, y al momento muy poco se ha logrado.
En esta encrucijada prácticamente mantiene un pleito directo con la policía municipal de Tijuana al acusarla de corrupción y de no depurarla.
¿Tendrá salidas positivas el gobernador Jaime Bonilla en este laberinto?