La constante queja de médicos, enfermeras y enfermeros por la falta de equipo adecuado, a mediados de marzo, cuando se hizo más evidente la pandemia del Covid-19 en Tijuana, movió al ingeniero mecánico Rafael Leonel Soto Chávez, y al licenciado en ciencias de la comunicación Aarón Ricardo Dávila Conde, a tomar una decisión: usar una caja de filamento que tenían en bodega y comprar hojas de acetato para fabricar caretas en impresoras 3-D, y donarlas.
Entrevistado vía telefónica, Soto Chávez, de 37 años, dice la misma frase con la que todo tijuanense de bien justifica su labor altruista: “para regresarle a Tijuana algo de lo mucho que nos ha dado…”
Ambos han logrado fabricar en dos semanas 400 caretas, mismas que donaron a clínicas y hospitales tijuanenses, preferentemente públicos, y pretenden llegar a 1000 piezas, y aún más, sobre todo ahora que la sociedad ha comenzado a apoyarlos con donativos económicos para la compra de material a su tarjeta de débito 4152 3133 5379 3362, de BBVA Bancomer.
Rafael Soto Chávez y Aarón Dávila Conde, este último de 32 años, son dos tijuanenses que hace algunos años unieron sus talentos para fundar una escuela de tecnología: la Asociación de Robótica Educativa (ARE), una institución que lo mismo da cursos en sus instalaciones, ubicadas en el bulevar Cucapah, en la colonia Granjas Familiares de esta frontera, que en instituciones educativas, a nivel de primaria, secundaria y preparatoria.
Dan cursos en El Museo del Trompo y, durante el semestre pasado, iniciaron en la Escuela Normal Fronteriza de Tijuana el curso sabatino de Robótica Educativa, que junto con los de Producción de Video y Makers, forman parte del programa de Talleres de Innovación Educativa que la ENFT puso en marcha para alumnos y egresados de la misma y está a cargo del profesor David Pérez.
En estos días tenían programado iniciar el segundo periodo de clases de robótica en la Normal Fronteriza que dirige la maestra Gabriela del Carmen Núñez de León, pero el proyecto quedó momentáneamente suspendido ante la emergencia sanitaria por la pandemia. Y ambos, cada uno en su respectivo domicilio, mientras guardaban la cuarentena comenzaron a idear qué cosas positivas hacer mientras tanto.
Y la idea les llegó cuando en noticias y diferentes medios empezaron a observar la recurrente queja de los médicos, enfermeras, enfermeros y en general del personal de clínicas y hospitales por la falta de equipo de protección adecuado para atender a pacientes infectados con el Covid-19…
Cuando se enteraron de la muerte de personal médico por contagio en Nuevo León y la Ciudad de México, de la súplica de una enfermera en la capital del país pidiendo botellas de plástico de sodas de 3 litros para ellos mismos fabricarse caretas, y cuando se enteraron que en Guadalajara pasajeros y conductores de unidades de transporte colectivo impedían el acceso al personal de hospitales por temor al contagio…
Ambos recordaron que tenían una caja de filamento para impresora 3-D, y cada uno contaba con tres impresoras 3-D en su casa. Entonces decidieron fabricar las caretas de protección para donarlas a hospitales, e iniciaron la fabricación del producto, día y noche, porque, explica Rafael, el proceso es tardado: cada impresión volumétrica duraba hasta 3 horas en un principio, tiempo que con la práctica han logrado reducir a solamente 1 hora 10 minutos por pieza en promedio.
Sobre los gastos de producción, Rafael dice que una caja de filamento tiene un costo de 25 dólares y alcanza para 20 caretas, mientras que un paquete de 100 hojas de acetato vale 250 pesos, sin incluir la cinta de elástico que lleva ni la electricidad que consumen las máquinas de fabricación, porque el trabajo es su aportación a la noble causa ante la situación de emergencia sanitaria que vive el país y, por supuesto, Tijuana.
El mismo ingeniero dice que en el mercado las caretas tienen un costo de entre 60 y 80 pesos, aunque tal vez como parte del alza generalizada de precios, porque “a río revuelto, ganancia de pescadores”, en Internet las hay de 99.00 a 1,099.00 pesos (en Mercadolibre) y 350 peos en Amazon, sin incluir el costo de envío.
Y reitera que planeaban llegar a 1000 piezas, pero las aportaciones de conocidos, entre ellos la Escuela Normal Fronteriza, los han llevado a fijarse una meta más elevada: “más de mil… hasta donde se necesite”, porque además algunas personas también les están surtiendo del material, poniéndose de acuerdo con ellos al Whatsapp 664 317 9417.