He comprendido que para amar a otro, antes tenía que amarme a mí misma. No obstante, persiste la idea de que amarse a uno mismo es un sentimiento egocéntrico, infantil, destructivo… pero la lógica nos dice que sólo podemos ofrecer lo que poseemos y que lo máximo que poseemos es nuestra capacidad de dar…
Cuando me refiero al amor, me refiero a ese amor que nada tiene que ver con lo carnal, me refiero a un amor espiritual, incondicional… sin esperar nada a cambio… Esto no significa tener que hacer balance de quién hizo qué y quién hizo más.
Habrá ocasiones en que daremos más de lo que nos dan, pero habrá momentos en que necesitaremos y recibiremos más de lo que nosotros somos capaces de dar.
Contar los tantos implica una competición deportiva, no una mutua relación de apoyo. El verdadero amor requiere dar a la otra persona sin pensar quién se queda la mejor parte…