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Transiciones ǀ Víctor Alejandro Espinoza

by Alberto Gómez C.

Construir oposición                    

Los regímenes políticos democráticos requieren de un sistema de pluralismo limitado, es decir, según Giovanni Sartori, se necesitan tres o cuatro partidos políticos fuertes, consolidados, que sirvan de verdaderos contrapesos al partido en el poder. En el México de hoy ese sistema no existe.

            La alternancia del 1 de julio de 2018 mostró, por una parte, el crecimiento espectacular de MORENA, producto del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Pero por el otro lado, la debacle de los tres partidos nacionales tradicionales: PAN, PRI y PRD. En efecto, la crisis que provocaron los resultados electorales fue de tal magnitud que su recuperación se ve distante y compleja.

            Ante la ausencia de partidos políticos que vertebren una verdadera oposición al régimen presidencialista encabezado por AMLO, grupos diversos han tratado de convertirse en “contrapesos”. Pero dichos grupos denominados de la sociedad civil, abarcan buena parte del espectro ideológico: van de la derecha radical hasta quienes se autonombran de izquierda, pasando por la comentocracia con y sin formación académica.

            Sin duda, hay en ese amplio espectro ideológico y político, actitudes muy beligerantes ante el nuevo gobierno. Esto se ha manifestado a partir de las tres marchas, conocidas ya como “marchas fifis”, cuya última convocatoria fue el domingo 30 de junio en diferentes ciudades de la República y en las que de manera clara se expresó la demanda de que AMLO renuncie. Es decir, se pide la renuncia de un presidente que ganó con el más amplio apoyo popular de la historia política nacional.

            En estas tres marchas, convocadas entre otros por el ex presidente Vicente Fox Quesada y una organización llamada “Chalecos Amarillos”, emulando al movimiento francés original, los que dan la cara son personas de las clases adineradas de la Ciudad de México (de ahí que se les identifique como “fifis”). No se sienten representados por el gobierno encabezado por AMLO y ponen en el centro de sus reivindicaciones la urgencia de la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco y la renuncia del presidente.

            La oposición desestructurada, radical, sin partidos, es una oposición estridente, ignorante, racista, que bien pudiéramos calificar como una “oposición histérica”, que han abanderado algunos comentócratas en artículos y redes sociales. Hay una suerte de rencor, rabia, cerrazón por los privilegios perdidos y la añoranza por el pasado inmediato. No se atreven a decirlo, por temor a quedar evidenciados, pero suspiran por los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

            Lo paradójico es que se indignan cuando el presidente los califica de conservadores y fifis. Estábamos acostumbrados a que la oposición a los gobiernos desde principios de los años ochenta fuera encabezada por los sectores menos favorecidos por el régimen; pobres urbanos, campesinos, estudiantes, sindicatos y partidos de oposición de izquierda. Hoy, quienes salen a protestar son los que han perdido o temen perder sus privilegios. Aquellos que recibieron cuantiosas transferencias desde el Estado. Muchos hicieron sus fortunas al amparo de los gobiernos. Quienes apoyan a AMLO, son justamente los que fueron oposición durante décadas y que lograron la alternancia finalmente desde el espectro político de la izquierda.

            Ignoro si entre los nuevos partidos que al parecer surgirán, los grupos radicalizados de la derecha tendrán cabida. Lo más probable es que se unan a opciones como la del calderonismo. Algunos grupos moderados abrazarán la opción encabezada por el PRD y aglutinada en el proyecto de partido político llamado Futuro XXI, que fuera anunciado el pasado 24 de junio y que integra a ex militantes del PAN y del PANAL, entre otros. En todo caso, tendrán que institucionalizarse rápidamente si quieren ser una oposición real y no virtual como ahora sucede. Al parecer esto ya no será posible en el corto plazo, podrán ser una oposición que cuente quizás a partir de la sucesión presidencial de 2030, no veo como estén listos antes. Los contrapesos son indispensables, pero no los que hoy existen.

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