Un informe al que AJEDREZ POLÍTICO tuvo acceso, revela que la violencia está presente entre los adolescentes de las escuelas secundarias de Tijuana.
Es preocupante que el 33% ha sido víctima de alguna manifestación de violencia dentro de los planteles educativos, el 22% la ha ejercido de alguna forma y el 37% la ha visualizado.
En cuanto a las manifestaciones de violencia que con mayor frecuencia se presenta entre los jóvenes y resulta alarmante, es la que se da a través de las redes sociales o llamada violencia cibernética con el 90%.
Le sigue la violencia emocional, sexual y física
Hay una lista de escuelas públicas y privadas en que el bullying se manifiesta fuertemente, pero la autoridad educativa estatal no da los nombres por lo sensible del tema y porque no cuenta con estrategias para abordarlo.
Si bien se trata de un asunto que sociedad y gobierno deben resolver de manera conjunta, es sorprendente que este 2019 apenas se destinaron 835 mil 471 pesos a la Dirección de Prevención del Delito y Participación Ciudadana.
Psicólogos y pedagogos, consideran que urge trabajar de la mano con los sectores que conforma el entorno del joven, la familia, escuela y sociedad, así como en el reforzamiento de sus factores protectores.
Uno de los grandes problemas que presentan tanto víctimas como abusadores, son las dificultades de relación y de las habilidades sociales que permitan encontrar soluciones asertivas a las situaciones, por ello, se deben fomentar la mediación y solución de conflictos estudiantiles.
Es importante sensibilizar a la población con este tema e implementar estrategias de prevención en los colegios, escuelas públicas y políticas de gobierno.
“Debemos aceptar que la responsabilidad del joven agresor, la joven víctima y el joven testigo es compartida, tanto por las instituciones educativas, la familia, la comunidad y la sociedad en general”, aseguran los especialistas.
Señalan que la falta de conocimiento se convierte en el mejor amigo para quienes practican la violencia. Sin víctima no existe agresor, sin agresor no existe víctima. El fingir que no pasa nada, no significa que dejara de existir.
Hace aproximadamente 9 años, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), informaba que el 40% de la población escolar de primaria y secundaria en nuestro país, había sido víctima de violencia o bullying.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México ocupaba el primer lugar internacional de casos de bullying en educación básica ya que afectaba a 18 millones 781 mil 875 alumnos de primaria y secundaria tanto públicas como privadas.
Los indicadores a partir de esas fechas fueron al alza, poco se ha logrado hacer. La violencia en las escuelas está en aumento, este fenómeno se encuentra entre niños y jóvenes.
Con tal claridad, podemos observar que la violencia en los planteles educativos no son hechos aislados y están afectando directamente a nuestros niños y adolescentes por lo que se deben diseñar estrategias integrales para detener este fenómeno negativo.
Organismos de la sociedad civil, refieren que en una muestra aleatoria de 300 estudiantes de nivel secundaria en la colonia El Pípila en Tijuana, se logró identificar qué tipo de rol es el que se presenta con mayor frecuencia en los estudiantes, siendo estos clasificados como testigo u observador, agresor o víctima y de la misma manera los estudios señalaban que la violencia se daba en distintas formas, físico, emocional (psicológico), sexual o cibernético.
En otros casos, la violencia era vertical, es decir, el acoso o violencia escolar que puede ser: maestro – alumno, alumno-maestro o alumno-alumno.
Sin embargo, resulta lamentable que ante dicho fenómeno social que afecta la armonía y tranquilidad de nuestros niños, los alumnos para sobrellevar situaciones de adversidad, tienen que desarrollar habilidades y hábitos que tienen otros jóvenes afectados.
En la agenda de los actores políticos y funcionarios que asuman las riendas del gobierno del Estado, Municipios y Congreso Local deberá existir un apartado que contemple detectar y atender las conductas de violencia escolar entre los estudiantes de secundaria.
Así como desarrollar un modelo de integración y diseño de estrategias cognitivas, conductuales y emocionales para disminuir y combatir dichas conductas en todos los planteles educativos de Tijuana.