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LA NOCHE DE LOS NAHUALES

by Benjamín M. Ramírez

Benjamín M. Ramírez

DE POLÍTICOS FANTOCHES A POLÍTICOS DE HOJALATA: políticos a sueldo.

UNA REPÚBLICA EN JUEGO: DEMOCRACIA SIMULADA

Platón, en su República, da a conocer las distintas formas de gobierno. El filósofo pretende explicar cómo estas formas de gobierno se han puesto en práctica, sus ventajas y desventajas.

En contra a los postulados platónicos, Aristóteles expondrá una serie de argumentos para contrarrestar la influencia de su maestro, aunada la lucidez y madurez que constituirá la Política frente a la República.

Platón propone en la República las siguientes formas de gobierno: La oligarquía, que será el gobierno de unos pocos; la aristocracia, el gobierno de unos pocos o los mejores; la timocracia, el gobierno ejercido por los militares, gobierno del honor; la tiranía, el gobierno ejercido por un tirano,  y la democracia, gobierno del pueblo, siempre con una connotación negativa puesto que Platón manifestaba que el gobierno ideal sería el ejercido por los filósofos, la sofocracia, el ejercido por los sabios.

Aristóteles, en cambio, manifestaba que las formas de gobierno eran la monarquía, el gobierno de un solo sujeto; la aristocracia, el gobierno de unos pocos o los mejores y la democracia, el gobierno del pueblo. El gobierno de los ciudadanos será la mejor forma de gobierno, aunque en el pensamiento aristotélico no figuraban todos, sólo el ciudadano. Quedaban fuera de esta connotación social, el esclavo y las mujeres.

Tanto Platón y Aristóteles coincidían en la degradación y la corrupción de las formas de gobierno: la monarquía derivaba en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la democracia en la oclocracia; la cleptocracia, de los que aspiran llegar a un puesto público para lucrar y sacar ventaja del cargo público para hacerse rico, en otras palabras, para robar.

Cada una de las formas de gobierno enunciados poseen cualidades inherentes: la virtud, el honor y el temor. De otra forma sería imposible gobernar.

No considero a Maquiavelo. Así como tampoco a San Agustín con su utopía “La ciudad de Dios”, o a Tomás Moro, con Utopía.

Lo que sí puedo mencionar es la obra de Max Weber, El político y el científico de donde retomo algunas ideas plasmadas en esta obra:

  1. “Todo Estado está fundado en la violencia, dijo Trotsky en Brest-Litowsk”(WEBER, 2007, pág. 2).
  2. “El Estado, como todas las asociaciones o entidades políticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir, de la que es considerada como tal)”(WEBER, 2007, pág. 3).
  3. “¿Cómo comienzan a afirmar su dominación los poderes políticamente dominantes? Esta cuestión se aplica a cualquier forma de dominación y, por tanto, también a la dominación política en todas sus formas, tradicional, legal o carismática”(WEBER, 2007, pág. 4).
  4. “Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política o se vive de la política. La oposición no es en absoluto excluyente”(WEBER, 2007, pág. 7).

A partir de estas líneas me gustaría preguntar si es el destino de los pobladores de esta incipiente tierra, la mexicana, el estar sometido a los poderes de antaño, desde sus inicios, en las postrimerías de la República: la dictadura de Santa Ana, la de Juárez o la de Díaz, o la hegemonía del PRI gobierno que aún sienta sus reales sobre la plebe sojuzgada y atemorizada con tanto poder y control sobre los órganos que siendo independientes y autónomos se someten a la voluntad de la clase gobernante.

¿En qué momento de la historia el político a sueldo, el profesional, perdió el horizonte al procurar el bien común? El político que antepone los beneficios propios o de su clan, frente al de la colectividad y el bienestar social, de forma egoísta, solipsista y rastrera.

¿Qué pasará con esta sociedad inmersa en la anomia social? Inerte, pasiva y adormilada frente a las grandes causas sociales que caracterizan los cambios protagonizadas por la coincidencia de las masas en objetivos comunes.

Lo que sí es cierto es que el aparato gubernamental no dejará pieza en descobijo en vista al duro proceso electoral que tendrá lugar en el 2018 y que jugará de forma lícita, legaloide, moral e inmoral, reglamentada o fuera de la ley para preservar los cotos de poder en las elecciones más reñidas de la historia, sin que ello asegure un vencedor de manera institucional, clara y visible, dejando de lado los vicios de antaño o que asegure una histórica participación ciudadana. Una elección caótica, la del 2018. Sin aparatos ni actores confiables.

Lo anterior, utópico, planteado por los filósofos de antaño, no será posible en virtud del temor ejercido por la violencia que aniquila, lo mismo a inocentes y culpables, el clientelismo partidista y el manejo de los recursos públicos a discreción vía programas sociales y de la operatividad de determinada secretaría, sin transparencia. Como afirma el film Frankeenweennie: “Es sencillo prometer lo imposible”.

Lo que sí es cierto es que dejaremos que sea la cúpula gobernante quien decida por el ciudadano. Están en riesgo los grandes capitales de quienes han endeudado hasta la médula las finanzas públicas.

La apuesta está hecha por quienes en el camino hacia el poder y en el poder, se han corrompido y pretenden prolongar su estatus quo teniendo abajo al pueblo oprimido que tardará en despertar puesto que los relojes han sido programados a propósito: lograr sus ideales sólo en sueños, ya que tienen la certeza de que los sueños, sueños son.

Termino con una última idea de Weber rescatada en las profecías de Isaías:

Una voz me llega de Seir, en Edon:

-Centinela, ¿cuánto durará la noche aún? El centinela responde:

-La mañana ha de venir pero es noche aún.

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